Enclavada entre colinas y protegida por la imponente Sierra de Cantabria, Rioja Alavesa es una de las regiones vinícolas más fascinantes de España. Aquí el vino no solo acompaña a la vida, es el alma misma del lugar.
El estilo del vino: frescura, finura y personalidad
Los vinos de Rioja Alavesa destacan por su elegancia y frescura natural. Elaborados principalmente con Tempranillo, muestran una expresión singular: aromas intensos a frutas rojas, notas florales y matices minerales que reflejan de forma pura su origen. Son vinos equilibrados, con taninos finos y una acidez vibrante que les otorga longevidad y un paso armonioso por boca.
Desde tintos jóvenes llenos de fruta hasta reservas con mayor estructura y complejidad, el sello común es siempre la finura y el carácter transparente que ofrece este territorio. Rioja Alavesa logra conjugar potencia con sutileza, dando lugar a vinos que envejecen con gracia y conservan siempre su energía.
Un terroir excepcional: clima, altitud y suelos
Este carácter tan especial proviene de un terroir irrepetible. Situada entre los 400 y 700 metros de altitud, Rioja Alavesa disfruta de un microclima en el que confluyen la influencia atlántica y mediterránea. Los días cálidos y las noches frescas permiten una maduración lenta y equilibrada, preservando la acidez y desarrollando aromas complejos.
A esto se suman sus suelos calcáreos y arcillosos, ricos en piedra caliza, que aportan mineralidad y estructura. El resultado son vinos con nervio, frescura y un marcado sentido de lugar, que hablan con claridad del paisaje que los vio nacer.
Bodegas que encarnan el espíritu de Rioja Alavesa
Rioja Alavesa está salpicada de proyectos vitivinícolas que combinan siglos de tradición con la visión de nuevas generaciones.
-
Bodega Javier San Pedro Ortega, en Laguardia, destaca por su interpretación moderna del Tempranillo, con vinos vibrantes, precisos y llenos de identidad.
-
Bodegas Ysios, también en Laguardia, cautiva no solo por su arquitectura icónica diseñada por Santiago Calatrava, sino por sus vinos que exploran la finura y longevidad que ofrece el viñedo de altura.
-
Marqués de Riscal, en Elciego, es una auténtica institución que ha sabido reinventarse sin perder el alma clásica, con un portafolio que abarca desde grandes reservas emblemáticos hasta elaboraciones más contemporáneas.
-
Bodegas Baigorri, en Samaniego, combina tecnología de gravedad con una estética impresionante y una vinificación que respeta al máximo el fruto, dando lugar a vinos sinceros y expresivos.
-
Remírez de Ganuza, en Samaniego, es otro referente de calidad que se distingue por una meticulosa selección de uva y procesos de elaboración que buscan la excelencia absoluta, logrando tintos complejos, profundos y de enorme potencial de guarda.
Estas bodegas, cada una con su propio sello, demuestran la diversidad y riqueza que Rioja Alavesa puede ofrecer dentro del hilo conductor de la Tempranillo.
Laguardia y Logroño: cultura, historia y vino en cada rincón
La experiencia en Rioja Alavesa va mucho más allá del vino en sí. Visitar la villa amurallada de Laguardia es sumergirse en siglos de historia. Bajo sus calles empedradas se encuentran antiguos calados excavados en la roca, donde el vino reposa y madura desde hace generaciones. Desde sus murallas, la vista se extiende sobre un océano de viñedos que cambia de color con las estaciones.
Por su parte, Logroño, capital de La Rioja y a pocos kilómetros, vibra con la alegría del vino en cada esquina. Su famosa Calle Laurel es sinónimo de tapeo y copas compartidas, donde locales y visitantes se mezclan en un ambiente festivo que celebra el vino como parte esencial de la vida.
Una región imprescindible para los amantes del vino
Rioja Alavesa es un lugar donde la cultura, el paisaje y el vino están profundamente entrelazados. Aquí, la historia milenaria de pueblos medievales y calados subterráneos convive con la arquitectura vanguardista de bodegas como Ysios o Marqués de Riscal.
Pero sobre todo, lo que hace inolvidable a esta región es su autenticidad. Está en el Tempranillo servido con orgullo en un pequeño bar de Laguardia, en la hospitalidad con la que ofrecen una tapa más en Logroño, y en la luz dorada del atardecer que acaricia hileras infinitas de viñedos.
Para quienes buscan vinos con identidad, paisajes que emocionan y historias con raíces profundas, Rioja Alavesa es un destino que hay que vivir al menos una vez.