A solo 20 minutos de Barcelona, entre el mar Mediterráneo y la sierra de la Cordillera Litoral, se encuentra Alella, una de las denominaciones de origen más pequeñas —y también más antiguas— de España. Un auténtico tesoro casi secreto, que guarda más de dos mil años de historia vitivinícola.
Un legado milenario entre mar y granito
Los vinos de Alella ya eran apreciados en la época romana, cuando se exportaban en ánforas a distintas ciudades del Imperio. Durante la Edad Media y hasta el siglo XX, abastecieron con orgullo las mesas de la nobleza catalana y consolidaron un prestigio que hoy resurge con una nueva generación de proyectos.
Su particular terroir es clave para entender sus vinos: suelos arenosos graníticos, conocidos como sauló, que ofrecen un drenaje excelente y obligan a las raíces a profundizar, aportando concentración y una mineralidad inconfundible. Además, la constante influencia de la brisa marina —el foranell— refresca los viñedos y equilibra las temperaturas, dando lugar a vinos con frescura, salinidad y una elegante acidez.
El estilo de sus vinos
Alella es tierra de Pansa Blanca, nombre local para el Xarel·lo, variedad que aquí se expresa con notas de frutas blancas, hierbas mediterráneas, cítricos y un delicado toque salino. La región también produce rosados vivos y tintos suaves de Garnacha y Syrah, pero son sobre todo sus blancos los que han dado fama al lugar: vinos ligeros, finos y gastronómicos, que reflejan a la perfección su origen costero.
Tres paradas imprescindibles en Alella
Marfil – Alella Vinícola
Fundada en 1906, Alella Vinícola es el pilar histórico de la denominación. Desde su bodega modernista en el corazón del pueblo, producen la icónica línea Marfil, verdaderos embajadores de la Pansa Blanca. Estos vinos destacan por su perfume floral, su textura sedosa y su final salino, perfecto para maridar con cocina mediterránea. También elaboran tintos equilibrados y espumosos con método tradicional, manteniendo viva la esencia de Alella mientras incorporan técnicas modernas y sostenibles.
Celler Quím Batlle
Ubicado en las laderas de la Serralada de Marina, a más de 300 metros de altitud, Celler Quím Batlle trabaja con viticultura ecológica certificada y mínima intervención. Sus viñedos en terrazas, acariciados por el Mediterráneo, producen vinos blancos vibrantes, precisos y llenos de carácter. Destacan etiquetas como el Foranell Picapoll, fermentado con pieles, sin filtrar, que ofrece una textura envolvente, notas de fruta madura y una mineralidad única.
Celler Jordana – el wine bar de Alella
Más allá de las bodegas, Celler Jordana se ha convertido en el lugar ideal para adentrarse en la cultura local del vino. Este wine bar y restaurante combina una cuidada selección de vinos de la D.O. Alella con tapas y platillos que resaltan los sabores del Maresme. Un espacio íntimo y acogedor para descubrir el vino en un ambiente relajado, con la hospitalidad típica de un pueblo que vive y respira viñedos.
Una joya por descubrir
Alella es discreta, pequeña, casi secreta. Pero sus vinos tienen voz propia: cuentan historias de romanos, nobles catalanes y viticultores apasionados que hoy siguen defendiendo un paisaje único. Si buscas una escapada distinta cerca de Barcelona, donde el mar y la viña se encuentren para ofrecer copas llenas de frescura y personalidad, Alella te espera.