Descubre el encanto de la D.O. Navarra a través de Pamplona, Bodega Otazu y Viña Zorzal
En el norte de España, entre la influencia atlántica y la mediterránea, Navarra se revela como una de las regiones vinícolas más diversas e intrigantes del país. Desde las montañas pirenaicas hasta la ribera del Ebro, su geografía accidentada, suelos variados y microclimas bien definidos han dado lugar a una tradición vitivinícola que hoy mira al futuro sin perder sus raíces.
Un terroir con cinco voces
La D.O. Navarra está dividida en cinco subzonas: Valdizarbe, Tierra Estella, Ribera Alta, Baja Montaña y Ribera Baja. Cada una tiene personalidad propia.
-
Valdizarbe y Baja Montaña presentan influencia atlántica, con altitudes elevadas y suelos arcilloso-calcáreos, ideales para vinos frescos y elegantes.
-
Tierra Estella y Ribera Alta ofrecen un clima de transición con versatilidad para variedades tintas y blancas.
-
Ribera Baja, al sur, es la zona más cálida y seca, con suelos de canto rodado y aluviales que favorecen vinos con más cuerpo y concentración.
La altitud, exposición y tipo de suelo influyen directamente en el carácter de los vinos navarros, que se caracterizan por su equilibrio entre fruta, frescura y estructura.
Estilos de vino y variedades navarras
Navarra produce una gran diversidad de vinos gracias a su variedad de climas y altitudes. Aunque históricamente conocida por sus rosados (especialmente de Garnacha), hoy la región ofrece una paleta de estilos cada vez más sofisticada:
-
Tintos: Elaborados principalmente con Tempranillo, Garnacha, Graciano, Cabernet Sauvignon y Merlot. Pueden ir desde jóvenes afrutados hasta crianzas complejas, con buena estructura y acidez.
-
Blancos: Frescos y expresivos, elaborados con Chardonnay, Viura, Sauvignon Blanc y Garnacha Blanca. Suelen mostrar notas cítricas, florales y una textura untuosa cuando pasan por crianza sobre lías o barrica.
-
Rosados (Claretes): El estandarte histórico de Navarra, hechos principalmente con Garnacha. Son secos, vibrantes y gastronómicos, con aromas de fresa, sandía y pétalos de rosa.
-
Vinos de parcela o monovarietales: Cada vez más bodegas están apostando por la expresión de terroirs específicos, elaborando vinos con mínima intervención y fuerte identidad local.
Viña Zorzal: la voz honesta del sur de Navarra
Viña Zorzal, ubicada en Corella (Ribera Baja), se ha convertido en una referencia por su enfoque natural, la recuperación de parcelas antiguas y la apuesta por variedades autóctonas. Suelos pedregosos, pobres en materia orgánica y ricos en caliza permiten obtener uvas de bajo rendimiento y alta concentración.
La bodega trabaja mayoritariamente con Garnacha vieja en vaso, plantada entre los 400 y 520 metros, lo que aporta frescura y tensión incluso en un clima más cálido. También cultivan Graciano, Tempranillo y variedades blancas como Garnacha Blanca o Malvasía.
Los vinos de Viña Zorzal se caracterizan por su pureza, textura sedosa y un perfil muy gastronómico. Malayeto, Señora de las Alturas o Cuatro del Cuatro expresan parcelas concretas y suelos diferentes, con mínima intervención en bodega. El vino Golerga, hecho 100% con Graciano, fue elegido Tinto del Año 2023 por Tim Atkin, destacando su equilibrio entre potencia y precisión.
Bodega Otazu: un viñedo de Pago entre arte y arquitectura
A solo 8 kilómetros de Pamplona, Bodega Otazu se encuentra en un enclave privilegiado: el valle del río Arga, rodeado por montes y protegido por bosques. Aquí, a unos 390 metros de altitud, el viñedo se extiende sobre suelos franco-arcillosos con abundante canto rodado, lo que asegura buen drenaje y retención térmica, esenciales para la maduración lenta y completa de la uva.
Otazu cultiva exclusivamente uva propia (más de 110 hectáreas) y ha sido reconocida con la categoría de “Vino de Pago”, la más alta distinción del vino español, otorgada solo a fincas con terroir singular, prácticas sostenibles y trazabilidad completa.
Las variedades principales son Tempranillo, Merlot, Cabernet Sauvignon y Chardonnay. El vino “Altar” refleja la elegancia del Cabernet en altitud; “Vitral” es una obra maestra en microvinificación de Chardonnay, con gran tensión y mineralidad; mientras que “Señorío de Otazu” ofrece la expresión clásica del Tempranillo en mezcla bordelesa.
Además del vino, la experiencia Otazu incluye una de las salas de barricas más impresionantes del país —apodada la “catedral del vino”— y una de las colecciones de arte contemporáneo más importantes del mundo vinícola.
Pamplona: punto de partida hacia el viñedo
Conocida mundialmente por los Sanfermines, Pamplona es mucho más que fiesta. Su casco antiguo amurallado, las calles de piedra, los bares de pinchos y su vida cultural hacen de esta ciudad el lugar perfecto para iniciar una ruta de vino por Navarra.
Desde aquí es fácil acceder tanto a Otazu como a Viña Zorzal, así como explorar otras bodegas que integran la ruta oficial del vino de la región. Además, eventos como Vinofest Navarra, celebrado en Pamplona, reúnen a miles de visitantes y a más de 20 bodegas que presentan lo mejor de su producción.
Navarra, hoy
Navarra está en un gran momento. Más de 22 bodegas participaron en la última Barcelona Wine Week, y cada vez más etiquetas navarras llegan a mercados internacionales. Esta nueva etapa está marcada por la búsqueda de autenticidad, el respeto por el viñedo y la reinterpretación de sus variedades más emblemáticas.
Si buscas un destino donde el vino se entiende como cultura, paisaje y expresión, Navarra te espera con copa en mano.